MEDIOS PARA LLEGAR AL DIAGNÓSTICO DE SÍNDROME DE ASPERGER
En muchas ocasiones el diagnóstico de Síndrome de Asperger (SA) llega tras la sospecha de otros diagnósticos, como por ejemplo otros trastornos como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastornos del lenguaje, discapacidades del lenguaje no verbal, trastornos del movimiento, trastornos emocionales o trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
Es frecuente que los niños con SA manifiesten signos de TDAH, pudiendo poseer ambas condiciones o únicamente la de SA. En este segundo caso, el TDAH es una consecuencia del anterior, a causa de un elevado grado de estrés y ansiedad, debido a las interacciones sociales, entre otros factores.
Trastornos del lenguaje
Es frecuente que se detecte SA en niños pequeños debido al retraso en el desarrollo del lenguaje.
Los niños con SA presentan habilidades relativamente buenas del lenguaje en lo que se refiere a vocabulario, pronunciación y sintaxis, pero mostrando un uso deficiente en cuanto al contexto social, es decir, durante la conversación y en los aspectos más pragmáticos del lenguaje (empleo adecuado del lenguaje en cuanto al contexto y la interpretación correcta de lo que otro hablante produce).
Discapacidades del lenguaje no verbal
En ocasiones se observa una discrepancia entre las aptitudes de razonamiento verbal y el visuoespacial, siendo mayor el primero que el segundo. Las dificultades en el lenguaje no verbal suelen ser: aptitudes visuales-perceptivas-organizativas, habilidades psicomotoras complejas, percepción del tiempo, aritmética mecánica y habilidades de percepción e interacción social.
Trastornos del movimiento
En niños con SA es frecuente que aparezca cierta torpeza motora que se traduce en problemas de coordinación y destreza, tales como: atarse los zapatos, aprender a montar en bicicleta, dificultades en la escritura, o presentar una manera inmadura de andar o correr.
Además algunos niños con SA pueden presentar tics motores (movimientos corporales involuntarios, rápidos y súbitos) que además pueden ir acompañados de tics vocales (emisión incontrolable de sonidos). En estos casos previa a la sospecha de SA pueden ser diagnosticados de Síndrome de Gilles de la Tourette.
Trastornos emocionales
En los niños con SA son frecuentes los trastornos de ansiedad y la depresión.
La ansiedad es consecuencia del estado de alerta que les suponen las interacciones sociales, ya que para hacer frente a éstas utilizan más el razonamiento que la intuición, lo que les provoca un gran agotamiento mental y físico. Otro foco de ansiedad pueden ser los estímulos sensoriales (en especial los sonidos fuertes) o los cambios inesperados en su rutina.
La depresión suele ser consecuencia de ser conscientes de sus dificultades en la integración e interacción social. Cuando esto ocurre la depresión puede mostrarse de dos maneras diferentes: de manera internalizada, lo que da lugar a la autocrítica, o de manera externalizada, lo que da lugar a críticas hacia los demás (culpando al resto de sus dificultades), a frustración y a ira.
Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
Los TCA pueden manifestarse a través del rechazo a algunos alimentos, por su textura, color, sabor u olor, debido a la hipersensibilidad sensitiva del niño. También pueden aparecer rutinas relacionadas con el tipo de alimento, las horas de las comidas o el modo de presentación de los platos.
Además se relacionan algunos TCA como la anorexia nerviosa con el SA, presentando signos de SA entre un 18-23% de niñas adolescentes con anorexia nerviosa.
Como ya se ha mencionado, en muchas ocasiones el SA se detecta de manera posterior a alguno de estos trastornos. El SA es una condición compleja que supone dificultades en la comprensión y la interacción social, rigidez mental e intereses restringidos, y que ha de ser diagnosticado por un profesional cualificado.